Mi obligación es Amarte

A tal punto nos han forzado, hasta el punto en que nosotros mismos hacemos fuerza sobre nuestros ideales y corrompemos nuestros propios sueños con tal de apropiarnos de la falsa ilusión de pertenencia social... Pasa entonces que nos volvemos socios de un club de convensiones y conveniencias que nata tienen que ver con lo que acertivamente intuía nuestra juventud.
He aquí entonces que el equilibrio entre la razón y la pasión no se logra sino cuando ya no hay fuerzas para vivir los sueños... ya estamos avanzadamente corrompidos por la marcha pestilente de nuestros propios olvidos...
¿Qué haré para vivir? ¿Cuál es el modo de encontrar lo perdido? ¿Cuál es , Señor, mi tarea y la obligación que pesa conmigo mismo... contigo?

Digo yo con todo ahinco que a mi entender la mayor de las obligaciones y la única que se cierne como verdadera es la de Amar. Es el amor el modo más honesto y real de ser-en-el-mundo, la única forma de ser verdaderamente lo propio, tanto aqui como más allá... Más aún, se tiñe de rubor mi adolecencia exiliada cuando sin previo aviso mi alma dá cuentas sobre el olvido de sus obligaciones: A saber, el amar a los hombres con la pasión que amerita el valor de cada persona. Amar a las personas con la brújula de la razón y el imperativo del corazón. Y el deber de Amarte a ti más allá de la pasión y la razón, lejos también de la locura y del delirio... Volcarme en razón de tu feliz existencia de modo tal que la mía sea tan sólo Amor en tus ojos.